Cuando era niña soñaba con muchas cosas, la imaginación de un niño no tiene limitaciones, podía ser desde una astronauta hasta la doctora más talentosa del mundo.
Pero conforme vamos creciendo adquirimos un poder de decisiones y de libre albedrío que forma nuestro carácter y personalidad, no soy astronauta ni doctora, soy comunicóloga y muy orgullosa de serlo.
Lo que sí he aprendido a distinguir de un sueño a una meta son similares pero son muy diferentes.
Antes que nada iniciemos con la base: un sueño es algo irreal, no existente, no palpable y una meta es algo real, alcanzable y totalmente realizable.
Por ejemplo un sueño sería crear un portal que nos permita entrar al mundo de los muertos y hablar nuevamente con nuestros seres queridos como si habláramos con el vecino de a lado, una meta podría ser poner un negocio y hacerlo exitoso.
Ahora ya teniendo bien definido entre una cosa y otra por muy difícil que sea una meta es muy importante ser muy específico, porque si no lo es la meta va a ser muy débil y eso hará que tu meta se quede en el tintero. Hay que saber exigirse lo que es, debe de darle una fecha ¿Para que día debe estar realizado? Si ya tiene la fecha ¿Qué materiales necesita? Estando definido eso ¿Cómo va a conseguir esos materiales?
Resolviendo las preguntas que mencione ahora viene las acciones tienes que hacer todo lo que este en sus manos para cubrir tus objetivos y llevarlos a cabo poco a poco o dentro de los tiempos que tú mismo te impusiste, ya verás que poco a poco como una cadena se irán dando poco a poco los resultados que te llevarán hacia tu meta.
Es bien dicho que soñar no cuesta nada pero muchas veces esos sueños está en nosotros mismos materializarlos. Quiero leer ¿Qué sueños te movían de niño? Comparteme cuáles ya hiciste realidad. Como ya sabemos todo es posible cuando uno tiene la voluntad de hacer las cosas.
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